Laura Baños, directora del Centro Abierto de la Plataforma Social de los Salesianos en Martí-Codolar responde a una entrevista para la revista de la Inspectoria Salesiana María Auxilidora. Además, Laura Baños es antigua alumna de Salesians Terrassa, aspirante a Salesiana Cooperadora i directora del Centro Juvenil de Terrassa.
1 – ¿De dónde nace tu vocación por los jóvenes más vulnerables?
Siempre he estado relacionada con el mundo salesiano, he tenido profesores y monitores que han sido referentes para mí y que me permitieron conocer la figura de Don Bosco. Pero el momento clave fue mi estancia en Ceuta y Tánger con la ongd VOLS, dónde pude vivir en primera persona el contacto con los más pobres. Eso fue lo que despertó en mí esas ganas de ser educadora, transmitir aquí todo lo que viví allí, y poder colaborar para que los jóvenes tengan todas sus necesidades cubiertas. Vivirlo, conocerlo en primera persona, tener contacto con chicos de la calle que te explican su historia, etc. Personas que han hecho un proceso migratorio y te lo cuentan, es algo que te remueve por dentro. Eso fue lo que me hizo pensar “¿Yo qué puedo hacer con gente como ellos?”, y eso fue lo que me decidió a ser educadora en el mundo social.
2 – ¿Qué crees que un joven le pide a un educador salesiano?
Para mí son tres cosas: la primera y más importante es el amor, el sentirse querido por sus educadores, el ver que es un referente que se preocupa por él, que le pregunta, que está a su lado y le acompaña en todo el camino; la segunda, la paciencia. Los jóvenes necesitan tiempo para asimilar lo que viven, para tomar decisiones, etc. A veces queremos que lo hagan todo muy rápido, pero al final la paciencia y el estar con ellos es lo que valoran. Y por último, el compromiso. Ser un educador apasionado y vocacional, que da su vida por los jóvenes. Ellos lo notan, te acompañan y siguen en ese camino.
3 – ¿Qué experiencias te han hecho ver que trabajar por “los últimos” vale la pena?
La clave está en que la educación es un proceso largo y los resultados no son inmediatos. Es un proceso en el que poco a poco se van viendo los frutos. La experiencia más gratificante que he vivido ha sido la historia de un chico, que ha estado con nosotros desde los 6 hasta los 18 años, al que hemos acompañado en todo su proceso, con su familia y todos sus ámbitos, y, que al final, decide ser voluntario en el Centro Juvenil. Es decir, él decide dar a los demás todo lo que ha recibido. Para mí el ejemplo de ese chico que ha superado situaciones muy complicadas y difíciles y que ahora diga, ¿yo qué puedo hacer por los demás?” es la clave de la educación, un que va poco a poco. Hay que trabajar con los chicos con paciencia, amor y compromiso, que es lo que ellos más necesitan.
4- ¿Cómo habéis implementado la Campaña «Primero, los últimos» en el Centro Abierto?
De dos maneras. En primer lugar que se conozcan a ellos mismos, que vean sus capacidades, lo bueno que tienen. Porque muchas veces han vivido experiencias en las que piensan que no son útiles, que lo hacen todo mal, etc. Y ponerlos delante de un espejo para que vean sus cosas buenas, las potencien y puedan cumplir sus sueños.
En segundo lugar, hemos estado trabajando en este tiempo de Cuaresma el darse a los demás. Hemos participado en la recogida de comida, ropa, alimentos e higiene personal, que ha hecho que ellos se involucren y piensen en los demás. Que todo lo poco que tengan lo puedan compartir con los demás, y que sean conscientes de la importancia de pensar en los otros.
5 – Para ti Don Bosco…
Es el referente de educador salesiano que da su vida por los jóvenes, piensa en ellos, los pone en el centro y busca la forma para que salgan adelante y puedan conseguir sus sueños. Igual que Don Bosco tuvo el sueño de formar la familia salesiana, los chicos también pueden construir su sueño. Para mí Él es la esencia del educador, por cómo les acompaña, les da cariño, y fruto de ese trabajo los jóvenes ven en él un referente para seguir avanzando.